viernes, 30 de marzo de 2012

29 M: huelga general

Según el Ministerio del Interior 800.000 personas han acudido a las manifestaciones que han tenido lugar en diversos puntos de España. Los sindicatos cifran la participación en un 77%, el Gobierno en un 16.7%.

He querido ver con mis propios ojos todo lo que ha pasado en el día de hoy, para poder opinar sobre ello, sin dejar que otros intereses contaminaran las cifras.

Miles de personas han salido a la calle para reclamar sus derechos. Una macha roja cubría Madrid, desde la Puerta de Alcalá, hasta Sol, lugar que se ha convertido (al parecer) en un símbolo de lucha. Es totalmente democrático que cualquier persona decida sobre si secunda o no la huelga. Pero algunos de los que estaban secundándola, y que presumían de tolerancia y socialismo, no permitían ejercer el derecho de no hacer huelga a muchos de los que hoy, por diferentes razones, han tenido que acudir a su puesto de trabajo.

He escuchado opiniones bastante sangrantes que me han impulsado a escribir estas líneas. Lo que más me ha herido como joven ciudadana han sido estos tres comentarios:
- La juventud tiene la culpa de todo lo que está pasando porque son apolíticos y están todo el día de botellón.
- Los periodistas son unos .... para qué reproducir las barbaridades.
- La eterna lucha entre izquierda-centro-derecha.

Hay jóvenes que ni estudian ni trabajan, que "disfrutan" del momento sin preocuparse por el futuro. Hay jóvenes a los que les aburre la política y no tienen ningún ideal en concreto. Pero también hay muchos jóvenes comprometidos consigo mismos y con la sociedad que les rodea, con pensamientos igual de enraizados que los de un señor de cuarenta años. Jóvenes que están trabajando en el presente para labrarse el mejor futuro.

En la manifestación de Madrid, vi a varios niños de unos trece años portando una bandera, de la que no saben nada, de la misma manera que cuando gana su equipo preferido la liga de fútbol. También vi a gente que observaba la manifestación con un silencio que lo decía todo, sin más banderas que la que reflejaban sus ojos.

La gente es libre de actuar como crea conveniente. Es libre de aferrarse a los colores con los que más se identifique, pero no olvidemos el respeto. Los periodistas somos personas con opiniones tan dispares como las del resto de la sociedad, porque formamos parte de ella. Como siempre he dicho y aunque me pese enormemente, estamos anclados a los intereses de la empresa en la que estemos ejerciendo nuestro trabajo.  Ojalá de aquí a unos años, la profesión vuelva a lo que fue en su día.

Otra de las cosas que me llama la atención es esa pugna entre verdes-rojos-azules. Últimamente creo que los colores están bastante mezclados. En este sentido, mucho se ha hablado del fin de la política, un proceso en el que la mayoría de las democracias occidentales asumen el bipartidismo (adaptado a cada país) y en el que las diferencias ideológicas se reducen considerablemente. Cada día opto más por esta perspectiva, en el que el mundo se mueve porque no le queda más remedio y en el que la desidia de los poderosos cala en la sociedad, apesar de que se hayan movilizado para recuperar sus derechos.

En una huelga es igual de respetable quien decide apoyarla como quien no. Es irracional que los que la secundan impidan ejercer el derecho de no secundarla a los que han tenido que ir a trabajar. No entiendo por qué se echaron encima de los comercios y no del Congreso, donde se estaba guisando el cambio.

Tristemente, aún queda mucho camino que recorrer.

domingo, 11 de marzo de 2012

Hoy, los medios rescatan el olvido, mañana se habrá olvidado.

Hoy la televisión, la radio y los periódicos estarán plagados de recuerdos. Ocho años de los atentados del 11-M. Un año del terremoto y posterior tsunami que asoló el Este de Japón.

Algo que me sorprende especialmente de los medios es la capacidad de olvidar y rescatar noticias cuando se cree oportuno. Me explico. Olvidarlas cuando dejan de ser actualidad. Todos los periodistas conocen los valores noticia y saben por qué un acontecimiento llega a tener la categoría de noticia. Pero aquí entra en juego un valor que se está dejando apartado: la función social.

¿Qué sabemos a día de hoy de las más de 343.000 personas que siguen desplazadas de sus hogares? ¿Qué sabemos de los llamados "héroes" de Fukushima? ¿Quién ha ayudado a levantar las ciudades devastadas?
Durante unos días, se abrieron múltiples cuentas para ayudar a los japoneses, se hicieron reportajes, entrevistas a los afectados pero la carga informativa iba disminuyendo hasta que desapareció. Hoy, será rescatada.
Fuimos injustos. Nos preocupaban las consecuencias mundiales que tendría el accidente nuclear, la radiación se extendía entre las calles como el agua por los ríos... Evidentemente, nos encontrábamos ante un gran problema pero, ¿las naciones han ayudado suficientemente a resolverlo? Japón, ha luchado en silencio por devolver la vida a cada rincón.

Con los atentados del 11-M pasará algo similar. Se rescatarán las declaraciones de testigos y me temo que los medios jugarán con los sentimientos más que informar con objetividad y sentido. Se reabrirá un debate en torno a los culpables del mismo. ¿Por qué a día de hoy no sabemos quiénes fueron los verdaderos autores de la masacre? ¿Por qué participaron personas que no eran musulmanas? ¿Por qué aparecen numerosos confidentes policiales en la trama? ¿Dónde están las 90 toneladas de restos de vagones que han desaparecido? Incluso, se reabrirá un conflicto entre PP y PSOE, siempre tirándose lo trastos pero sin dejar nada claro.

Lo único que sé, es que no sabemos nada. Hoy, los medios rescatan el olvido, mañana se habrá olvidado.

Los medios desatienden, no realizan un seguimiento con las noticias que verdaderamente lo merecen y sin embargo, siguen otras por el simple morbo que provocan. Los medios a veces difunden un mensaje distorsionado que nada tiene que ver con la realidad que deberían contar. Los medios se alejan de sus valores y sus funciones porque están inmersos en las políticas empresariales que los dirigen, porque no olvidemos que son empresas. Pero tampoco debemos olvidar que esta profesión se creó para contar lo que nadie cuenta y para informar a la sociedad con la mayor objetividad posible.

domingo, 4 de marzo de 2012

Elige la sociedad que desees

Una pregunta lleva deambulando mi mente todo el día. No tengo claro si es lo suficientemente profunda como para plasmarla en este espacio, pero lo voy a hacer.

¿Qué tipo de sociedad queremos?


En los pequeños detalles que atisbo en la normalidad del día a día, me encuentro valores destartalados, desinterés, falta de motivaciones. Es cierto que actualmente estamos pasando por un bache, que nos adentramos en un tiempo de cambios, pero no por ello no vamos a afrontarlos como se merecen. En todo estre entramado de desmotivaciones y apatía, me vienen a la cabeza dos palabras: "esperanza" y "optimismo". Palabras que nunca debimos perder de vista y que parecen estar ahora lejos de nuestro alcance.

Es tiempo de que la palabra crisis llene nuestros bolsillos. Tiempo de sacar a relucir todo lo negativo. Y empiezo a estar cansada. Cierto es que cada cual debe preocuparse por sí mismo y en este punto, no quiero parecer demagógica, pero lo que es verdad es que hay gente que lo está pasando mucho peor. Y lo que es más grave, que no se le ayudó en su momento, ni se le ayudará.

Tenemos una sociedad tremendamente individualizada y apenas comprometida con los demás.

No sé lo que pasará mañana, ni incluso sé lo que pasará dentro de un minuto, pero tengo claro que el alarmismo no es el camino. Eso sólo serviría para desestructurar a la sociedad y para inculcarnos falsos valores como pisotear a los demás para llegar primero, valores que vemos en las noticias que nos ofrecen los grandes medios de comunicación y que empiezan a calar.

Hoy, confío en el progreso y confío en una sociedad comprometida y esperanzada.