domingo, 27 de mayo de 2012

Ghana, pobreza maquillada con cifras

Hace unos días leí en El País un reportaje sobre Ghana, un país situado al oeste del continente africano. Indagando en él, más allá de su situación geográfica y algunos datos más que analicé superficialmente, debo decir que lo que encontré me sorprendió sobremanera. Un país que, aparentemente, se desbanca del resto de naciones africanas para emerger de la pobreza. Pero ¿qué hay de realidad en todo esto?

Accra, la capital de Ghana.

El FMI afirma que Ghana es "la estrella emergente" y en mi opinión, esta riqueza la generan unos pocos afortunados cuya nacionalidad no es precisamente ghanesa. Y allí se queda, agolpada en manos de unos pocos. No hay que olvidar que más del 30% de la población vive bajo el umbral de la pobreza y que un 25% del territorio del país está sin electrificar. No voy a entrar a saturar con cifras sacadas desde organismos internacionales, como el FMI, que sopesan datos económicos sin pisar la realidad del país. Lo cierto es que Ghana es un territorio con dos caras completamente antagónicas. Los nativos, que viven al límite y los extranjeros, que no todos pero sí una gran parte, van al territorio para sacar provecho de él y disfrutar de las comodidades que les brinda.

Hotel Labadi Beach a 7.3 kilómetros de Accra.

Grandes élites sitúan en Ghana a su empresa. A finales del 2009, el país se convirtió en un centro financiero offshore, o lo que es lo mismo, un paraíso fiscal. Creo que eso no ayuda precisamente a impulsar a la nación hacia ese "Estado de buena esperanza" como se titula el reportaje de "El País". Aseguran que en 2011, Ghana fue el segundo país del mundo que más creció tras Catar. Pero ese crecimiento no fue a parar a la población ghanesa. No todo. Probablemente muy poco. Poderosos países ven en Ghana una oportunidad, el oro negro es muy codiciado por todos. Y el gobierno ghanés, actualmente presidido por John Evans Atta Mills, da luz verde para comerciar con el petróleo y empujar al país hacia el crecimiento. Un crecimiento que no es real. Ni equitativo. Un ghanés cobra de media 90 euros al mes mientras que los empresarios que se mueven por el país pagan un alquiler que supera los 2.500 euros. Que no se hable de desarrollo cuando no es cierto. 

En Ghana, muchos padres venden a sus hijos por 50 dólares.

Lo triste es que lo mismo que ocurre con Ghana, sucede con otros muchos países en vías de desarrollo a los que van a aborber las materias primas y arrasan con todo lo que encuentran a su paso para llevarse el dinero. Dinero que marca la diferencia en este mundo capitalista.