jueves, 27 de febrero de 2014

Se vende

Según la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2013 publicada por Reporteros sin Fronteras, España se sitúa en el puesto 36 de 179 naciones. Por encima, países como Ghana y Surinam. Justo por debajo del nuestro, Francia. 

No voy a intentar desentrañar los motivos por los que nos encontramos en ese puesto. Pero todo el batiburrillo de ideas inconexas me ha llevado al quid de la cuestión: el valor que se le da la información e indirectamente el valor que le damos a la vocación. Hoy he leído en "El periodismo del nuevo siglo" de Ignacio Ramonet que la información tiene tres características. Me voy a centrar en la tercera de ellas: la información es, ante todo, una mercancía. Está sometida a las leyes del mercado y no a otro tipo de leyes, como los criterios cívicos o éticos.  

Los que manejan la información buscan, más que nunca, que se venda. Y lo demás, da igual. Se comercializan desgracias, desgarrando aún más las heridas. Se hace hincapié en las fotografías de los seis fallecidos en el incendio de una casa rural en Todómar. En un principio, no importa que lo que digas sea cierto, sino que seas el primero en decir algo. 



Se comercializa con la información pero, en cierto modo, también se hace lo mismo con las vidas ajenas. El periodista debe asegurarse, cuidar las palabras, los testimonios. Y aquí es donde tiene cabida la palabra vocación. Estoy completamente segura de que un periodista con ganas de contar historias, se preocupará porque éstas sean contadas por sus protagonistas y no por la audiencia que pueda generar el morbo. Y que nadie me diga que es lo que quiere la gente porque en la mayoría de los medios de comunicación nos encontramos el mismo panorama desolador. No hay una alternativa. Tal y como están las cosas en la profesión, no entiendo quién se mete en ella sin tener vocación.

Esto me hace recordar las palabras de la presentadora de televisión española Toñi Moreno: "Si no has puesto una denuncia no lo podemos contar así. Cuando pasan cosas como estas o denuncias o se calla una para el resto de la vida" Con estas declaraciones la presentadora de "Entre todos" frivolizaba sobre los malos tratos. 



¿Alguien puede explicarme cómo se tolera que una presentadora de televisión haga unas declaraciones así? ¿Alguien puede explicarme cómo no sólo ella sino otras presentadoras como Mariló Montero siguen trabajando? No sé si escuece más o menos que esto ocurra en una televisión pública. Independientemente de eso, una persona con cabeza y sentido común, se ahorraría ese tipo de comentarios.

Hoy ha pedido perdón, cómo hizo Mariló Montero en su momento, tras una llamada de atención de los telespectadores y las quejas en las redes sociales que no del presidente de RTVE.

Los periodistas se amarran a su "título universitario" (que ya ves tú, como si te diera un plus) y muchos dan la sensación de distanciarse de la sociedad, de su gente y sus vidas. Endiosados siempre en un halo místico imaginario. Desgraciadamente, muchos periodistas se venden. El periodismo es un servicio por y para la sociedad. Si nos desviamos del mismo no habrá vocación (evidentemente aquí no me refiero a las estupendas presentadoras de la televisión pública) que salve a una profesión que se desvirtúa para ser, meramente, voz de los políticos; voz del morbo y el share. Y para que los empresarios de la comunicación se froten las manos haciendo caja. Incluso, poco a poco, ya ni eso.